El éxito consiste en dominar las dificultades. Todos aquellos que han triunfado en cualquier forma, lo han logrado a fuerza de sobreponerse a los inconvenientes. Donde no hay tropiezos que eliminar, cualquiera llega a término y eso no se puede llamar un éxito.
Hubo un tiempo en que establecer una línea de telégrafo desde Nueva York a Boston presentaba muchas dificultades. Después esto se lograba muy fácilmente; pero luego lograr colocar el cable transatlántico fue una gran proeza por las dificultades que se debían vencer.
Más tarde la postura de cables submarinos se hizo una rutina, pero el radio a través del océano presentaba problemas que por algún tiempo eran insuperables. Luego esos mismos problemas fueron resueltos también.
No hay problemas que no puedan ser vencidos por medio de tranquilo y persistente tratamiento espiritual, y una juiciosa y apropiada actividad.
Si tu tienes una lesión o tropiezo que aparente oponerse al éxito, no la aceptes como tal; capitalízala o explótala, úsala como instrumento de tu éxito.
La dueña de una famosa casa de modas de Londres era esposa de un pobre vendedor que fue atacada de tuberculosis.
Ella jamás había entrado en negocios ni tenía preparación alguna cuando se enfrentó al problema de mantener a su esposo y dos hijos. No tenía capital alguno, sólo buen gusto para la ropa y fe en la oración. Hoy es una mujer rica y famosa que dice: “Yo pensé que me gustaría poder vender la clase de vestidos que jamás había podido comprarme”.
Cualquiera que sea tu tropiezo, explótalo. Siempre parece que el propio problema es el más difícil de todos, pero el tratamiento espiritual y una valiente determinación pueden vencerlo todo.
Los problemas son las señales que apuntan el camino hacia a Dios.
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