sábado, 30 de junio de 2012

Lección (183) - El deseo de ser especial: el sustituto del amor


Curso de Milagros 1 (TEXTO) (30/06/2012)

Lección (183) - El deseo de ser especial: el sustituto del amor


  • El amor es extensión. Negarte a dar un regalo -por insignifi­cante que sea- es no conocer el propósito del amor. El amor lo da todo eternamente. Si retienes una sola creencia, una sola ofrenda, el amor desaparece, pues has pedido que un sustituto ocupe su lugar. Y ahora la pugna -el substituto de la paz- no puede sino acompañar a la única alternativa que puedes elegir en lugar del amor. El que la hayas elegido es lo que le confiere toda la realidad que parece tener.
  • Las creencias nunca se atacarán unas a otras abiertamente, ya que es imposible que se puedan producir desenlaces conflictivos. Mas una creencia que no se haya reconocido es una decisión de batallar en secreto, en la que los resultados del conflicto se mantie­nen ocultos y nunca se llevan ante la razón para ver si son sensa­tos o no. Y son muchos los resultados insensatos que se han obtenido y muchas las decisiones absurdas que se han tomado que ahora se han convertido en creencias a las que se les ha otor­gado el poder de determinar las decisiones subsiguientes. No subestimes el poder que tienen estos guerreros ocultos para des­truir tu paz. Pues ésta se encuentra a su merced mientras tu deci­sión de dejarla en sus manos siga en pie. Los enemigos secretos de la paz -tu más mínima decisión de elegir el ataque en vez del amor- se encuentran ahí por tu propia elección, sin ser reconoci­dos y prestos a desafiarte a combatir y a llevarte a una violencia mucho más grande de lo que te imaginas. No niegues su presen­cia ni sus terribles resultados. Lo único que se puede negar es su realidad, no sus consecuencias.
  • La única creencia que se mantiene celosamente oculta y que se defiende aunque no se reconoce, es la fe en ser especial. Esto se manifiesta de muchas formas, pero siempre choca con la realidad de la creación de Dios y con la grandeza con la que él dotó a Su Hijo. ¿Qué otra cosa podría justificar el ataque? ¿Quién podría odiar a alguien cuyo Ser es el suyo propio y a Quien conoce? Sólo los que se creen especiales pueden tener enemigos, pues creen ser diferentes y no iguales. Y cualquier clase de diferencia impone diferentes órdenes de realidad y una ineludible necesi­dad de juzgar.
    ...
  • Lo que Dios creó no puede ser atacado, pues no hay nada en el universo que sea diferente de ello. Lo que es diferente, sin embargo, exige juicios, y éstos tienen que proceder de alguien que es "mejor", alguien incapaz de ser como aquel a quien con­dena, alguien "superior" a él, y en comparación, inocente. Y así, el deseo de ser especial se convierte simultáneamente en un medio y en un fin. Pues ser especial no sólo separa, sino que también sirve como base desde la que el ataque contra los que parecen ser "inferiores", es "natural" y "justo". Los que se creen especiales se sienten débiles y frágiles debido a las diferencias, pues lo que los hace especiales es su enemigo. Sin embargo, ellos lo protegen y lo llaman "amigo". Luchan por él contra todo el universo, pues no hay nada en el mundo que sea más valioso para ellos.
  • El deseo de ser especial es el gran dictador de las decisiones erróneas. He aquí la gran ilusión de lo que tú eres y de lo que tu hermano es. Y he aquí también lo que hace que se ame al cuerpo y se le considere algo que vale la pena conservar. Ser especial es una postura que requiere defensa. Las ilusiones la pueden atacar y es indudable que lo hacen. Pues aquello en lo que tu hermano se tiene que convertir para que tú puedas seguir siendo especial es una ilusión. Hay que atacar a aquel que es "peor" que tú, de forma que tu especialismo * pueda perpetuarse a costa de su derrota. Pues ser especial supone un triunfo, y esa victoria consti­tuye la derrota y humillación de tu hermano. ¿Cómo puede vivir tu hermano con el fardo de todos tus pecados sobre él? ¿Y quién, sino tú, es su conquistador?
  • ¿Podrías odiar a tu hermano si fueses igual que él? ¿Podrías atacarlo si te dieses cuenta de que caminas con él hacia una misma meta? ¿No harías todo lo posible por ayudarlo a alcan­zarla si percibieses que su triunfo es el tuyo propio? Tu deseo de ser especial te convierte en su enemigo; pero en un propósito compartido, eres su amigo. Ser especial jamás se puede compar­tir, pues depende de metas que sólo tú puedes alcanzar. Y él jamás debe alcanzarlas, pues de otro modo tu meta se vería en peligro. ¿Qué significado puede tener el amor allí donde el obje­tivo es triunfar? ¿Y qué decisión puede tomarse en favor de ese objetivo que no acabe perjudicándote?
  • Tu hermano es tu amigo porque su Padre lo creó semejante a ti. No hay diferencia alguna entre vosotros. Se te ha dado tu hermano para que el amor se pueda extender, no para que se lo niegues. Lo que no das, lo pierdes. Dios se dio a Sí Mismo a vosotros dos, y recordar esto es el único propósito que compartís ahora. Por lo tanto, es el único propósito que tenéis. ¿Podríais atacaros el uno al otro si decidieseis no permitir que el deseo de ser especial se interpusiese entre vosotros? Observa imparcial­mente qué es lo que hace que no aceptes a tu hermano del todo, o qué es lo que te lleva a pensar que quizá os convendría más estar separados. ¿No es siempre acaso tu creencia de que tu sensación de ser especial se ve menoscabada por vuestra relación? ¿Y no es éste el "enemigo" que hace que cada uno de vosotros sea una ilusión para el otro?
  • Tu temor a Dios y a tu hermano procede de cada creencia de ser especial que aún no has reconocido. Pues exiges que tu hermano se postre ante ella en contra de su voluntad. Y Dios Mismo tiene que honrarla o pagar las consecuencias. Todo vestigio de malicia, toda punzada de odio y todo deseo de perpetuar la separación nace ahí. Pues en este punto el propósito que compartes con tu hermano queda velado de vuestras conciencias. Te resistes a aceptar este curso porque te enseña que tú y tu hermano sois igua­les. No tenéis ningún propósito que no sea el mismo, ni ninguno que vuestro Padre no comparta con vosotros. Pues se ha elimi­nado de vuestra relación todo objetivo de ser especial. ¿Destrui­rías ahora el objetivo de santidad que el Cielo le confirió a esta relación? ¿Qué perspectiva puede tener el que se cree especial que no cambie con cada aparente golpe, con cada afrenta, o con cada juicio que se imagina ha sido emitido contra él?
  • Los que se creen especiales se ven obligados a defender las ilusiones contra la verdad, pues ¿qué otra cosa es el deseo de ser especial sino un ataque contra la Voluntad de Dios? No amas a tu hermano mientras sea eso lo que defiendes en contra suya. Esto es lo que él ataca y lo que tú proteges. He aquí el motivo de la batalla que libras contra él. Aquí él no puede sino ser tu ene­migo, no tu amigo. Jamás podrá haber paz entre los que son diferentes. Mas él es tu amigo precisamente porque sois lo mismo.


Fuente: UN CURSO DE MILAGROS 1 (TEXTO) - Fundación para la Paz Interior

Este libro fue digitalizado para distribución libre y gratuita a través de la red utilizando el software (O.C.R.) "OmniPage Pro Versión 11" (POR LO QUE PUEDE HABER PALABRAS QUE NO EXISTAN, O NO CONCUERDEN CON EL CONTENIDO, COMO TAMBIÉN PUEDE HABER ERRORES DE ORTOGRAFÍA) y un scanner "Acer S2W".

Digitalización, Revisión y Edición Electrónica de Hernán (Persona no relacionada con los autores de "tzolkindiario.blogspot.com").

Rosario - Argentina

19 de Enero 2002

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