viernes, 21 de octubre de 2011

Poema: 46 -
HOKYO ZAN MAI (Samadhi del Espejo del Tesoro


Miscelánea Budista - Recopilación de poemas Zen - José L. Hernández (21/10/2011)

Poema: 46 -
HOKYO ZAN MAI (Samadhi del Espejo del Tesoro


(Maestro Tozan, 807 – 869. La Práctica Del Zen, de Taisen Deshimaru).
Sin error, sin duda, así es el Dharma.
Buda y los maestros de la transmisión no hablaron de él.
Ahora podéis obtenerlo.
Por eso, os lo ruego, conservadlo intacto.

La nieve blanca
se amontona en la bandeja de plata.
La luz de la luna envuelve a la garza blanca.
Son parecidas,
pero no idénticas.
Se funden íntimamente,
pero cada una comprende su estado.

La conciencia no es lenguaje.
Si se presenta la ocasión
también hay que pasar por esto.

Turbado por las palabras,
te precipitas en el abismo.
En desacuerdo con las palabras,
topas con el límite de la duda.

Salir al encuentro,
tocar.
Ni una ni otra cosa valen,
es como una bola de fuego.

Expresarse
con lenguaje adornado
es desvirtuar.

La medianoche
es luz verdadera,
el alba
no es claro.

Aun cuando no sea sin conciencia,
no es sin lenguaje.

Pero si es inconsciente,
se hace lenguaje.
Es como mirarte en un espejo:
la forma y el reflejo cara a cara.
Tú no eres el reflejo,
pero el reflejo es tú.

El bebé está en el mundo
bajo cinco condiciones:
no va ni viene,
no llega de pronto...
no es amo de quedarse....
no habla....baba wawa...
Por último, no puede obtener
el objeto deseado,
pues su lenguaje no es justo.

Las seis líneas del hexagrama del shuri
deciden el juego mutuo.
Sin embargo, la causa de se establezca
el tres resulta ser el cinco.

Como los cinco sabores de la planta chisso

Es igual que un cetro de diamante

Cuando lo derecho y lo oblicuo
se hallan y pellizcan
(como las piernas en loto),
danse maravillosamente
pregunta y respuesta confundidas.

Intimo con el origen
familiar con la Vía.

Si hay mezcla,
hay felicidad.
Pero no debemos cometer
error alguno.

Es inocente y misterioso,
no pertenece a la ilusión
ni al satori.

La ley de la interdependencia y la ocasión
pueden realizarse en la claridad
y el silencio del corazón.

El microcosmos penetra en el infinito.
El límite del macrocosmos
es el propio límite del cosmos.

La creación de una diferencia,
incluso ínfima,
no puede armonizarse
con el ritmo de la música.

Tenemos ahora lo súbito y lo gradual,
el Zen se hace sección,
una medida para las comparaciones.

A pesar de la comprensión a través de las sectas
y de la realización de la idea, hay una
mancha en el verdadero satori.
En el exterior, la calma.
En el interior, el movimiento.
Como el caballo trabado
y el ratón escondido.

Todos los maestros de la transmisión
se han afligido en lo tocante a este punto,
por eso sienten la necesidad de brindar el dharma.
Todos van tras ilusiones erróneas,
por eso se confunde el blanco con el negro.
Cuando la ilusión se desvanece, en el mismo
instante cada uno puede comprenderse a sí mismo.

Si deseáis adaptaros, pisad
las viejas huellas transmitidas.
Os lo ruego, estudiad con atención
el ejemplo de los ancianos precedentes.
El árbol ha sido observado durante diez millones de años
para alcanzar la vía de Buda.

Como la debilidad del tigre,
como los ojos nocturnos del caballo.

Por su complejo de inferioridad,
que les hace ver los objetos
como si fueran un raro tesoro,
y puesto que los hombres tienen el horror en su espíritu,
el maestro ha de convertirse en gato
o en buey blanco.

El maestro de tiro con arco,
gracias a su elevada y justa técnica
puede dar en el blanco
incluso a la mayor de las distancias.
Pero si flecha y lanza chocan en pleno vuelo,
la más elevada técnica pierde toda su eficacia.

Canta el hombre de madera,
la mujer de piedra se levanta y baila.

Los súbditos deben obedecer al rey,
el hijo ha de seguir al padre.

No seguir no es el deber filial del hijo,
no obedecer no es ser un verdadero seguidor.

La acción oculta, secreta,
íntimamente utilizada,
parecerá limitada y estúpida.

Su nombre es la causa de la causa,
y es lo único que triunfa.


Como se trata de materiales clásicos y muy antiguos no siempre se tienen los datos de los autores. Los poemas pertenecen a tres autores: Suzuki, Watts y Deshimaru, los dos primeros son divulgadores a los que, como mucho, se les debe atribuir la traducción de estos poemas, el tercero Deshimaru era un monje dedicado a la difusión del budismo. La primera edición inglesa de Suzuki es de 1949, hace más de cincuenta años.

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